¿Quién soy?

Hola.........
¿Qué decir?.........
Hummm... Bueno empezare como siempre...
Mi nombre es Luissy
Tengo 18 años
Soy orgullosamente de mi hermoso país Panamá
Adoro la saga twilight
Mi chico ideal es Edward Cullen, tengo la esperanza de encontrar uno parecido a él, ya que sé que no hay dos como él.
Amo escribir... Espero ser escritora, pero antes si Dios me lo permite estudiare Mecánica de Aviación. (Dios quiera pronto), pero por ahora estudió Lic. en Matemáticas.
Mis fics se basan en loqueras que se me ocurren de pronto y quiero plasmarlas...
Dos son de la mafia....Jajajaja....No sé ¿Por qué? pero adoro escribir de la mafia.
Una noche de San Valentín es más triste... :( Y uno que prontísimo subiré es más malévolo, pues nuestro Edward será un malvado.... :s
Mis libros favoritos: Raios! son tantos que tendría que hacer una larga lista...
Mis autores favoritos: Son muchos pero los que adoro con el alma son; Paulo Coelho, Lucy Monroe, L.J. Smith, Megan Cabot, Lynne Graham, Stephenie Meyer, Gabriel García Márquez, Anne Rice...¡UF! entre otros.........
Mis películas favoritas: Allí si soy muy selectiva pues son pocas las que me convencen. Bueno mis super favoritas son; Titanic, Twilight, Si tuviera 30, Corazón de Tinta, Troya, El Señor de los anillos.
Mis series favoritas: Grey's Anatomy, Smallville, Los caballeros las prefieren brutas, Dr. House y La ley y el orden: Unidad de víctimas especiales.
La música...Hummm.... Escucho de todo un poco....

Las cosas que amo con todo mi corazón: A Dios sobre toda las cosas, a mi Madre( La adoro y ella es mi inspiración), a mi familia, amigos....Amo la vida, reír, llorar, gritar, cantar,bailar, escribir, compartir, molestar y sobre todo poder ayudar a alguien cuando lo necesita.
Tengo tantos sueños y espero poder alcanzarlos todos con la ayuda de Dios....
Creo que hay que disfrutar la vida porque lamentablemente no somos inmortales como los vampiros...Sólo es una y hay que vividla al máximo...
Lu393..............


sábado, 13 de noviembre de 2010

Adelanto del Tercer Capítulo de ¿Estéril?



—Todo está listo Isabella—dijo el médico sentándose junto a la camilla.—En quince minutos entras a quirófano.
—Quiero ver a mi esposo por favor.—pidió aferrándose a la mano del doctor.
—Claro—dijo este saliendo de la sala de recuperación.
Pasaron dos agónicos minutos cuanto vestido con un uniforme verde, entraba su esposo a la sala.
—Cariño todo saldrá bien—susurro besando los dedos de su mujer.
—Edward...—murmuro Isabella mirándolo fijamente.—¿Qué pasaría si no puedo darte los hijos que tantos deseas?—preguntó con un nudo en la garganta y lágrimas en sus hermosos ojos chocolates.

Desesperación


Capítulo II

Desesperación

Los personajes pertenecen a la fabulosa S.M., la trama me pertenece.

Me gustaría huir de ti. Pero si no vinieses corriendo a encontrarme, me moriría-

El olor del alcohol la trajo a la realidad. A su lado se hallaba una enfermera con aspecto amable quien en silencio le entrego un vaso de zumo de frutas.

—Gracias—bebió con manos temblorosas el contenido del vaso.

Su maravillosa vida había dado un giro de ciento ochenta grados. Sus sueños de ser madre y tener la familia que deseaba se esfumaron, deseaba poder echarse a llorar y no pensar en el dolor tan agudo que la estaba aplastando.
Cerro los ojos inspirando: unas, dos, tres veces, ansiaba que todas las palabras de Seth fueran producto de un espantoso sueño, sólo eso.

—¿Cómo te encuentras?—preguntó Seth, tomando el brazo de Isabella para poder medirle la presión.
—Pues.....-dudo un instante-No demasiado bien. Mi vida se está desmoronando y no puedo hacer nada para impedirlo.
—Puedes hacer muchas cosas, por ejemplo: operarte.—indicó el médico, con una sonrisa tensa.—Y sacar fuerzas para afrontar está enfermedad.
—¿Cuándo puedes operarme?.
—En una semana para ser específicos, necesito el consentimiento de Edward, pues él es tu familiar más cercano.
—Por favor Seth no le digas nada—rogó desesperada—Quiero ser yo quien se lo diga, por favor...
—Sólo te doy un día Isabella, o tendré que hablar con él.
Asintió aturdida.

Al llegar a casa marco al celular de su marido quien respondió al primer timbrazo, preocupado por la voz suplicante de su mujer decidió cancelar todos sus compromisos para poder regresar pronto a su lado y saber que sucedía.

Edward se mantuvo inquieto todo el trayecto, seguro de que algo andaba mal con Isabella. Su dedica esposa jamás lo llamaba cuando estaba consiente de sus importantes reuniones, y menos que volviera el mismo día que hubo salido.

—Necesito que vuelvas a casa pronto, por favor. . .—recordó como el susurro fue interrumpido por un sollozo.

El jet aterrizó a las nueve de la noche en un ala privada del aeropuerto. Ya en tierra y tras el volante de su precioso Lamborghini gris manejo lo más rápido posible hasta su hogar, decidido ha averiguar que es lo que ocurría.

Aparco el auto frente a su casa, que se encontraba a oscuras. Camino directo a la recámara principal, lo que encontró hizo que su corazón se oprimiera de dolor.

Su mujer se hallaba tendida en el suelo envuelta en una toalla en posición fetal, ahogando el llanto y los gritos que pugnaban por salir en un puño contra su boca. Tenía el rostro pálido y los ojos rojos e hinchados de tanto llorar.

En silencio se acerco y la tomo en sus brazos, acunucandola como si se tratase de un bebé. Aspiro la dulce fragancia que emanaba de ella y con sus labios borro dos solitarias lágrimas que caían por sus mejillas.

—Edward—murmuro su mujer apretando su mano con fuerza.
—¿Qué sucede?—quiso saber Edward, acariciando su nariz.
—Está tarde he ido donde Seth y me ha dado malas noticias respecto a mi salud—respondió ella cerrando los ojos con fuerza.
Al sentir el silencio y la tensión del cuerpo de su esposo, decidió seguir hablando.—Tengo un tumor, se formo en mis ovarios por una enfermedad que padezco.
—¿Cómo que estás enferma y no me lo has dicho, en qué estabas pensando?—dijo él embargado por la emoción.
—No lo sabía mi amor, soy una estúpida lo sé.—sintió un dolor en el corazón que amenazaba con hacerla añicos.—Padecía fuerte dolores en mis períodos menstruales, como también cuando me aproximaba a ellos, eran fuertes pero pensé que eso era completamente normal, ahora sé que no es así.
—Isabella debiste decírmelo, si hubiéremos actuado rápido...
—La enfermedad es incurable, el tumor hay que extraerlo lo antes posible y allí sabremos si es benigno o maligno, aunque como dice Seth la mayoría de los casos son benignos.—Contarle aquella realidad a su marido le estaba matando de miedo y dolor, trataba de reprimir las lágrimas pero están salían como si de una cascada se tratará.

Enferma....Su preciosa Isabella estaba enferma. ¿Cómo había sucedido aquello sin que el pudiera hacer algo para impedirlo?; se preguntaba mirándola desecha en sus brazos como una muñeca de trapo.
Iba a luchar con ella, decidió. No permitirá que nada le sucediera, haría hasta lo imposible para sanar un poco de su dolor.
—Tienes que luchar—susurro Edward con un nudo en la garganta.—Juntos vamos a superar está prueba Isabella.
Beso sus rizos estrechándola contra su cuerpo, ahora que era consciente de la enfermedad le parecía más frágil que antes.
¡Cómo demonios no lo noto!
—Te necesito tanto—dijo ella sollozando .—Hazme el amor, por favor. . .—pidió besando la curva de su cuello.
Edward la levanto en sus brazos, mientras desabrochaba sus pantalones y sin preámbulos la penetro fuerte y profundamente, el grito de ambos rezono en toda la estancia.
—Oh amor mío, te amo tanto—musito besando su bonito rostro, al tiempo que la embestía con suavidad. —Siempre tan húmeda y lista para mí.—murmuro colocándola en el frío suelo.

Beso su boca con pasión, pasando sus dedos por los pezones erectos de ella que parecían querer reventar de lo duros que se encontraban, con suma delicadeza bajo sus labios al valle de sus senos y paso la lengua por él y por sus pezones con devoción, haciéndola que se volviera loca de deseo cada vez que mordisqueaba sus pezones.

Él se detuvo tomándola con delicadeza y colocándola a horcadas sobre él.—Cabalga para mí.—siseó Edward sintiendo como las paredes del sexo de su esposa apretaban su falo.

Isabella se apoyo en su duro pecho, moviendo sus caderas en forma circular siendo consciente de que esto lo volvía loco de deseo. Quería entregarle su cuerpo, su alma, cada latido de su corazón y cada suspiro que daba. Lo amaba tanto que hasta le dolía, su amor por aquel hombre no tenía límites, él era su vida, su razón de existir.

—Preciosa—susurro su marido tomando un pezón con su boca. Isabella sintió un fuego poderoso que atraveso todo su cuerpo, y queriendo tardar el inminente orgasmo bajo la velocidad de sus movimientos, torturandose así ambos.

Ella pudo observar como se le tensaban los músculos de la mandíbula en un esfuerzo por controlarse, le encantaba hacerlo perder el control.

De repente Edward la agarró fuertemente por la cintura, obligándola a marcar un ritmo más violento de subidas y bajadas. Hasta que de repente, su pobre sexo ya no pudo aguantar más, y se fue con violentos espasmos entorno al falo de su esposo. Uno de los mejores orgasmos de su vida, una explosión de placer desmedida, combinada con un sentimiento poderoso más fuerte que ella. Edward también se alcanzo el orgasmo prácticamente a la vez, vaciándose dentro de ella.

<<>> pensó Edward apretándola contra su pecho, tratando de recuperarle el aliento. La explosión lo había dejado cansado y satisfecho, necesitaba saber que esa mujer era solamente suya, que estaba allí a su lado en ese instante y lo estaría para siempre. Sencillamente no tenía palabras para describir todo lo que Isabella despertaba en él, pensando en esto se quedo dormido.

La luz del amanecer se colaba por las ventanas del dormitorio cuando Isabella despertó, sonrió al ver que yacía sobre el pecho de su esposo.

Saber las consecuencias de su enfermedad la tenía destrozada, después de Edward lo que más deseaba en el mundo era poder convertirse en madre y parecía que la vida le estaba quitando ese derecho. Le dolía no poder ofrecerle a su marido una familia, lo que ambos tanto anhelaban.
¿Y si su matrimonio perdía fuerza si no podía concebir? ¿Soportaría Edward no tener un hijo propio?. Sacudió la cabeza alejando aquellos pensamientos que no la ayudaban en nada, se obligo solo a pensar en recuperarse y pronto, todo saldría bien si su razón de existir o sea Edward estaba a su lado.

Beso el pecho de su marido con fervor, y este se removió gruñendo y apretándola más contra él.
—Buenos días amor—murmuro Edward besando los labios de su esposa.—Que maravilloso es despertar así—comento acariciando los glúteos de Isabella.
—Te amo. . . Te amo. . .—intentó decir Isabella abrumada por el deseo.
Edward volvió a hacerla suya a la luz del sol y juntos alcanzaron un cielo rodeado de estrellas.

Se ducharon juntos; entre besos y caricias volvieron a amarse bajo el agua caliente de la ducha. Edward preparo el desayuno: unos ricos emparedados, huevos revueltos, fruta fresca y dos tazas de café bien cargado algo que le encantaba a su esposa. Como Isabella estaba demorando un poco aprovecho para llamar a su amigo Seth y concretar una cita con él en la tarde, debían actuar rápido quería que el peligro pasará.

—He llamado a Seth mientras te vestías y concernamos una cita a las dos de la tarde—informo Edward a su esposa quien se veía radiante con unos vaqueros ajustados y una blusa lila.
—Está bien—dijo Isabella mordiendo el emparedado.—Esto es delicioso.
—Gracias.
—¿Cómo te sientes respecto a esto, Edward?—pregunto en voz baja Isabella temiendo su respuesta.
—Impotente por no haberme dado cuenta a tiempo.—respondió este con una mueca de dolor.
Isabella apretó su mano con fuerza.
—No tienes la culpa de esto amor, nadie la tiene quizá un poco yo por no acudir al médico cuando los dolores se hacían insoportables, pero era tan feliz que no quería que nada dañara eso y los aguantaba como podía.
—Mi vida ahora que sé todo lo que has sufrido, no lo puedo soportar.—susurro su esposo.
El temible hombre de negocios Edward Cullen sólo se mostraba vulnerable frente a su esposa; ella era su aire para respirar, no se permitirá ni siquiera imaginar estar sin ella.
—Como ya te he dicho nadie tiene la culpa de esto, no te preocupes, está prueba la vamos a superar, ya verás.—Isabella e imploraba a Dios en silencio para que fuera así.

Unas horas después, se dirigían en el Volvo de Isabella hacia el hospital. La enfermera encargada al verlos los hizo pasar de inmediato.

El doctor sonrió al verlos, y rápidamente sometió a Isabella a un examen abdominal pélvico donde se pudo ver el tumor y explico a la pareja su tamaño, y los riesgos de su ubicación.

—Si hay peligro debemos quitar el ovario donde se encuentra el tumo.—explico Seth quitando con una toalla el líquido pegajoso del vientre de Isabella.
—Eso quiere decir que no podre tener hijos.—dijo ella en un susurro, desviando la mirada de su marido para no ver el rechazo.
—Estás equivocada, quitar un ovario no significa que puedas quedar estéril.—le informo con paciencia el médico.—Con un solo ovario puedes tener hasta tres hijos.
Oyo a su marido suspirar complacido.
—Voy a sacar cita en el quirófano para el próximo lunes, quizá a esta hora te estaré operando.
—¿Cuánto tiempo tardará la operación?—inquirió Edward mirando preocupado a su mejor amigo.
—No más de una hora, si no hay complicaciones.
—¿Es todo?—preguntó Isabella.
Sé sentía nerviosa y ahogada en el grande consultorio.
—Por ahora sí, en dos días debes venir a practicarte los examenes de rutina.
—Gracias Seth—dijo Edward estrechando su mano.

El camino de regreso hacia su casa fue en perfecto silencio. Edward trataba de ordenar sus pensamientos y buscar maneras de hacer sonreír a Isabella que se veía muy decaída, luego de la visita al médico.

En tanto Isabella recordaba con dolor el suspiro aliviado que había dado su marido en el consultorio cuando Seth les había informado que si las cosas salían bien ella podría darle hijos.
¿Qué significaba ese suspiro de alivo? ¿Se terminaria acaso su perfecto matrimonio, si no podía concebir?. Ahogo sus lágrimas para más tarde, no soportaría llorar delante del amor de su vida.



Lu393


sábado, 6 de noviembre de 2010

Avance del segundo capítulo de ¿Estéril?

Enferma....Su preciosa Isabella estaba enferma. ¿Cómo había sucedido aquello sin que el pudiera hacer algo para impedirlo?; se preguntaba mirándola desecha en sus brazos como una muñeca de trapo.
Iba a luchar con ella, decidió. No permitiría que nada le sucediera, haría hasta lo imposible para sanar un poco de su dolor.
—Tienes que luchar—susurro Edward con un nudo en la garganta.—Juntos vamos a superar está prueba Isabella.
Beso sus rizos estrechándola contra su cuerpo, ahora que era consciente de la enfermedad, le parecía más frágil que antes.
¡Cómo demonios no lo noto!, se recriminó apretándola más contra su cuerpo.
—Te necesito tanto—dijo ella sollozando .—Hazme el amor, por favor. . .—pidió besando la curva de su cuello.
Edward la levanto en sus brazos y sin preámbulos la penetro fuerte y profundamente, el grito de ambos resono en toda la estancia.
—Oh amor mío, te amo tanto—musito besando su bonito rostro, al tiempo que la embestía con suavidad.

¿Estéril?


Capítulo I

Los personajes pertenecen a la fabulosa S.M., la trama me pertenece.

Malas Noticias.

El hilo de la vida se aflojaría si no fuera mojado con algunas lágrimas.
Pitágoras.


—Ojalá no te fueras—se oyó decir Bella acariciando los bellos que cubrían el fuerte pecho de su adorado esposo.

Isabella Cullen, reposaba tendida sobre el musculoso cuerpo de su marido. Suspiró de satisfacción al revivir el apasionado encuentro. Su corazón se hallaba henchido de tanto amor compartido.

—Odio dejarte sola amor, pero como bien sabes se necesita mi presencia en esa reunión—comento con voz ronca su marido.

Edward Cullen, un hombre temible y respetable en el mundo de los negocios. Con quien Isabella llevaba tres años de casada y a quien le había entregado su cuerpo, alma y corazón; odiaba dejar sola a sus esposa por negocios.

Bella estaba fascinada y encantada, su preciado matrimonio marchaba tan bien que no se lo podía creer.
Cerrando los ojos recordó como lo conoció.

.................Recuerdos................

Fue una tarde lluviosa en las calles de Paris, lo vio discutiendo acaloradamente con un hombre que con malicia había intentando robar el bolso de una viejecita. Su hermoso rostro cubierto por un humor sombrío lo hacia ver más atractivo todavía, sus músculos en tensión parecían esperar la orden de su dueño para lanzar el primer golpe, que nunca llego porque el malevolo ladrón en una reacción instantánea clavo un arma blanca en un costado de la cadera, del precioso seductor.

Tembló al recordar su desesperación al llegar a él y los gritos de miedo que profirió hasta que se digno en llegar una ambulancia.

Isabella nunca había estado en un hospital tan impresionante, pero nada de aquello importaba. Impaciente caminaba de un ladro a otro a lo largo del pasillo ubicado en el ala de cirugía donde el hermoso héroe llevaba intervenido al menos dos horas confirmo observando su barato reloj.

Cansada de dar vueltas camino con paso firme hacia la recepción donde varias enfermeras atendiendo teléfonos, mientras otras esperaban los llamados de los pacientes.

—Podría informarme sobre el estado de salud del señor que hace dos horas está en quirófano—Isabella no reconocía su voz.
—Un momento joven—pidió la enfermera revisando los datos en el computador.—El señor Cullen no ha salido todavía de la cirugía.
—Sabe usted cuando saldrá—inquirió Isabella pasando su temblorosa mano sobre su rostro.
—No joven, lo siento—dijo la señora comprensiva.
—Gracias.

Una o dos horas pasaron luego de que la joven de rostro sonrosado hablara con la enfermera. Se hallaba recostada en un sillón cuando un doctor vestido completamente de verde salio preguntando por los familiares del señor Cullen.
Sin pensárselo dos veces se levanto apresurada, preparándose para lo único que le salia fatal, mentir.

—Soy su prometida. . .Por favor díganme como se encuentra—rogó posando su mano en el brazo del doctor.
—El señor Cullen ha tenido suerte, ya que el arma blanca no logro perforar ningún órgano—explicó el médico.
La sensación de alivio que invadió a la chica fue tan sincera que se hecho a llorar de pura felicidad, el doctor acostumbrado a tales escenas le dio una palmada en la espalda mostrando una sonrisa.
—Puedo verlo—pidió la chica pensando que sería la ultima vez en la vida que lo vería, pues un hombre como él jamás se preocuparía por quien le había salvado la vida.
—Claro que sí—indico el médico conduciéndola a una habitación.

Apretando los puños a los costados de su cuerpo, temblando y muerta de nervios la chica abrió la puerta. El señor Cullen yacía tendido en la cama conectado a un sin fin de aparatos. Su rostro pálido y sus ojeras mostraban el fatídico trauma por el que había sido víctima, sin poder evitarlo recorrió con sus dedos las ojeras sintiendo la piel caliente del hombre más hermoso jamás visto en su corta vida.

No entendía que la había llevado hasta allí, quizá nunca lo sabría. Una fuerza poderosa la había impulsado a darle los primeros auxilios y acompañarlo hasta verlo seguro. Ya no tenía ninguna excusa para permanecer en aquel hospital, pero sin embargo sus pies parecían clavados y sus manos no dejaban de acariciarlo, deseaba tanto que abriera los ojos para saber que color escondían.

¿Serían azules, grises, dorados o verdes?. Con una piel tan blanca y bonita como la de él debían ser de alguno de aquellos colores pensó acariciando sus pobladas cejas. Era tan masculino y devastadoramente guapo, parecía un dios griego caído del olimpo.

—A...agu...agua—rogó inesperadamente el hombre apretando la traviesa mano de Isabella que se hallaba posada en su pecho.
—¡Oh!—gimió a causa de la sorpresa y soltando su mano apretó el botón de llamada a las enfermeras.

En segundos un gran equipo médico tenía rodeada la cama del hospital donde se encontraba el hermoso dios griego.
Isabella todavía no sabía porque esperaba en una esquina de la habitación, cuando decidió partir una voz ronca la detuvo.

—No te vayas—dijo tosiendo por el esfuerzo.
Como si se tratase de un imán camino mirando sus pies hasta la cama donde alzo la cabeza y pudo observar en todo su esplendor el rostro más maravilloso nunca antes visto en su vida.
—Gracias por salvarme la vida...
—Isabella—completo ella tragando el nudo que se había formado en su garganta.—Cualquiera hubiera actuado igual señor Cullen.
—No lo creo Isabella—tembló al escuchar su nombre.—Te recompensare por tu valor.
—Señor Cullen—pronunciar su nombre le quemo la piel—No he hecho esto con fines de lucro, jamás aceptaria su dinero.

Quería salir de allí lo antes posible, su mirada la tenía nerviosa. Sus ojos verdes no hacían más que analizarla y eso a ella no le gustaba.
Por qué diablos se había quedado, con tan solo llevarlo habría sido suficiente. Pero no, ella como siempre hacia lo que se le daba la gana y lo que su estúpido corazón le indicaba; ¿Cuándo utilizaría su cabeza? se preguntó clavando las uñas en la palma de su mano.

—Debo irme—sonrió pasando una maño por sus rizos chocolates—Me alegro de que se encuentre usted en mejor estado.
—Acaso te espera alguien—indago con una mueca de disgusto. Al ver que la joven no respondía se impaciento.—Responde
—Yo....ehh....no—tartamudoó. Su instinto le decía que diera media vuelta y se marchase de la habitación, pero sus pies y cuerpo parecían no hacerle caso a sus órdenes.
—Muy bien porque te quería pedir que te conviertas en mi enfermera particular—dijo con una sonrisa.
.....................................................

Así recordaba Isabella el comienzo de su historia, juntos. Estirando sus brazos se paro de la cama no si antes besar el hombro de su marido que yacía aún dormido.

Como todas las mañanas cuando despertaba se dirigió hacia la cocina y preparo un cargado desayuno para los dos.
Mientras servía el café en las tazas sintió los fuertes brazos apretar su cintura y su nariz rozar la curva de su cuello.
—Huele delicioso como siempre.
—He preparado algo cargado para que el viaje te sea más ligero.
—Siempre piensas en todo amor—Edward beso con fervor, la espalda descubierta por el fino camisón—Eres perfecta.

Comieron platicando al tiempo que veían las noticias. Ella detestaba los viajes de negocios que realizaba su marido, pero con resignación los aceptaba. Sólo esperaba ansiosa su llegada, soñaba con el día que saliera embarazada para poder mantenerse ocupada y sobre todo tener algo suyo y de Edward, la mayor demostración de unión y amor, un hijo.

Lo beso con fervor cuando el helicóptero aterrizo en la casa y le deseo la mayor de la suerte en las negociación, de las cuales estaba segura saldría victorioso.

Paso el resto del día limpiando la casa, se había negado a tener una empleada domestica de tiempo completo cuando ella no trabajaba. Edward no estuvo de acuerdo pero no le quedo más remedio que aceptar que a su esposa le gustaba realizar los quehaceres para sentirse ocupada.

Entrada la tarde recibió la llamada del mejor amigo de su marido, Seth Clearwater un inminente médico de la ciudad, quien solicitaba su presencia urgentemente. Isabella estaba segura que quería hablarle de los examenes que se realizo tan solo hace unas semanas.

—¡Oh! Bella gracias por venir—dijo tan solo recibirla, ayundandola a sentarse.
—Sucede algo cierto—adivino por la máscara de preocupación del médico.—Sea lo que sea, dímelo Seth—susurro desesperada, cruzando las piernas.
—Padeces una enfermedad llamada endometriosis—observo los resultados de los análisis —Esta consiste en la aparición y crecimiento de tejido endometrial fuera del útero, sobre todo en la cavidad pélvica como...
—Al grano por favor.
—En tu caso este tedijo creció y a consecuencia produjo un tumor—termino el médico con un nudo en la garganta—La mayoría de las pacientes que padecen esta clase de tumores son benigno, muy pocas desarrollan cáncer de endometrio. Sólo se sabe si es benigno o maligno a la hora de extraerlo.—termino profesionalmente.
—Eso no es todo , ¿Cierto?—inquirió con voz apenas audible.
—Después que realicemos la operación debes tener ciertos cuidados para poder concebir, quizá tengas algunos problemas para lograrlo. Está enfermedad es incurable, seguirás padeciendo los dolores aunque disminuiran—el médico dio un sorbo a su botella de agua—Esto le sucede a la mayoría de las adolescentes, imagino que tienes tiempo de padecer los dolores y no querías contarselo a tu marido, lo entiendo. Ahora con veintiún años y sin revisión médica se formo lamentablemente este tumor.
—Dios. . .—susurro Isabella pensando lo estúpida que había sido al no acudir al médico pronto.
—Debemos actuar rápido—añadió Seth llenando varios documentos.—Cuando los hallas hablado con Edward llamame de inmediato.

Edward . . . su nombre retumbo varias veces en su cabeza. ¿Cómo se lo diria? ¿Quizá la abandonaría al creerla infertil?. Quizo morirse en ese instante.

Al ponerse de pie imagino su rostro enfurecido y desilucionado, con piernas temblorosas logro llegar hasta la puerta, pero al sentir la vibración de su teléfono celular que reposapa en sus manos y ver la foto de su esposo en la pantalla, sintió una oprecion espantosa en el pecho y en segundos todo se volvio negro.

miércoles, 28 de julio de 2010

""Avance"" ---->Secuela Asaltando El Corazón


"Mi cabeza estaba llena de mil revoluciones, aún no podía aceptar que no confiara en mí"


-Deberías irte-susurró demostrando así su mal carácter.
-No lo creo -dijo esbozando una sonrisa.
-No me has oído- gritó fuera de sí caminando hacia donde se encontraba.
-Cálmate amor-le pedí asustada tratando de que reaccionara y fuera un poco más tolerante.
Al oír mi voz se detuvo en medio camino y clavo sus negros ojos azabaches sobre los míos.
El odio que vi en sus ojos era tan inmenso que me pareció increíble que una persona como él lo pudiera albergar.

Secuela de Asaltando el Corazón--Capítulo 2--"El Principio"


Los personajes pertenecen a S.M. y algunos los he inventado, la historia es de mi absoluta autoría.

Capítulo 2.
El Principio

William Blake.

1. Trajes, Jeans, Camisas, Vestidos de baño....Listo
2. Lentes, sombreros, sandalias....Listo
3. Pasaporte....Listo
4. Neceser de aseo.....Listo
5. Lencería.... ¿?
¿Por qué rayos compré lencería?
No te hagas, tú sabes la respuesta
Bueno...
Te entiendo quieres impresionarlo
A lo mejor no ocurre nada
Jajajajaja... Claro que tiene que ocurrir
Es muy pronto
Para los hombres nunca es muy pronto
Él es diferente
Si tú lo dices.

-Hablando sola- susurraron desde la puerta.
-Eso creo mamá. Sonreí y me senté al borde de mi cama.
-¿A dónde vas?-preguntó entrando a la habitación y dándole una palmadita a mi maleta.
-Eh....-Era una mala mentirosa igual o peor que mamá así que con todo mi autocontrol y con voz fría tuve que mentir.- Unos amigos de la universidad van a un seminario y me pidieron que los acompañara.
-Hummm.....-murmuro mi bella madre preocupada.- ¿Estarás bien?-inquirió frunciendo el ceño.
-Claro que sí- le asegure con convicción.-Lo malo es que será por un mes.
-Después que no afecte tus estudios, cuentas con mi apoyo- me acaricio las mejillas.
Asentí temiendo decirle el verdadero motivo del viaje.
-¿Cuándo viajan?
-Mañana
-Es muy pronto. Frunció el ceño nuevamente, pero ahora como lo hacia cada vez que analizaba las cosas.- A tu padre no le va a parecer, pero se debe acostumbrar.-diciendo esto beso mi frente y salió de mi recámara.

El día pasó volando. La cena fue temprana y muy amena donde la invitada de honor fue Ellie, a quien por primera vez agradecí su presencia, ya que así evite la mayoría de las preguntas respecto a mi viaje de la "Universidad".

Cuando me dirigía hacia mi recámara oí la voz de Ellie llamándome, detuve mi andar y me volteé haber que se le ofrecía.

-Podemos hablar. Pidió incomoda.
-Claro- Sonreí.-Sígueme.
Camine directo a mi habitación preguntándome el por qué de tanta insistencia de parte de Ellie.
-Siéntate. Ofrecí señalando un sillón en forma de zapato que estaba a un costado de mi cama.
-Quiero ser directa y espero no parecer metiche pero es por tu bien.
-Adelante.
-Sé que el viaje de la universidad es mentira.
-Lo es. Le confirme no entendía a donde quería llegar con esto.
-Renesmee no tengo ningún derecho a meterme en tu vida.- Se levanto apretando las manos nerviosa.-Pero no deberías ir.
-¿Por qué?-inquirí tratando de entender su nerviosismo.
-Tú no lo conoces.
La mire con los ojos muy abiertos. ¿Cómo demonios lo sabía todo? Y quién se creía ella para venir a decirme que no fuera.
-No soy nadie para decirte esto. Pero no cometas un error de cual a la larga puedes arrepentirte. Hazlo por tu familia.
-¿Qué ganas con decirme todo esto Ellie?
-Nada sólo quiero hacerte ver el error que estás a punto de cometer- respondió saliendo de mi recámara.

Las palabras de Ellie no dejaban de darme vueltas. Sabía lo mucho que confiaban mis padres en mí y ahora que ella me lo recalcaba no pude evitar sentirme una traidora y mala hija.

Di vueltas por más de una hora alrededor de mi recámara buscando una solución sin afectar mi relación con mis padres o con Jacob. Cuando por fin tome una decisión no estaba segura como lo tomaría pero me parecía lo más lógico para seguir.

Rebusque entre mis cosas desesperada cuando al fin encontré mi celular. Apreté las teclas con los nervios a flor de piel pero cuando quise terminar la llamada atendieron.

-Buenas Noches.
-Jacob-susurre nerviosa y apretando tanto el celular que temí que se rompiera.
-Princesa... ¿Sucede algo? Pareces un poco alterada. -su voz cálida sonó preocupada.
Me imagine que mi tono de voz me estaba delatando. Mil veces maldita sea, no sabía como demonios abordar el tema.
-No sucede nada-carraspeé-Bueno en realidad sí...
-Por favor dime me preocupas.
-No puedo viajar contigo Jacob- solté de una.
En silencio que siguió a continuación fue tan incómodo que estuve apunto de colgar pensando que él había terminado la llamada.
-A qué se debe ese repentino cambio de planes.-su voz sonó tan dolida que lágrimas de impotencia recorrieron mis mejillas.
-Yo....-susurre y ahogue un sollozo.
-¿Por qué mejor nos vemos en mi departamento princesa?-inquirió con el mismo tono de voz que me partía el alma.
-Este bien-logre responder sentándome en mi cama porque las piernas me fallaban.
-Enviare a mi chofer a buscarte. Te recogerá en veinte minutos.- Término la llamada antes de que pudiera decirle que estaba de acuerdo con que mandara a alguien a recogerme.

Su indiferencia me afecto tanto que me di cuenta repentinamente que mis sentimientos hacia él eran demasiados profundos, tanto así, que me sentía aterrada que esto tuviera un fin sin ni tan siquiera haber tenido un principio.

Seque mis lágrimas tome mi bolso y baje las escaleras casi corriendo. Por suerte no me encontré a nadie en el camino hacia la salida. Espere impaciente el coche, cuando llego no espere a que el chofer se bajara y abriera mi puerta entre rápidamente y le exigí con delicadeza que me llevara donde se encontraba Jacob.

Los quince minutos que tardamos en llegar a donde se encontraba él fueron infernales.... No sabía como excusarme, pues todo lo que lograba plantearme me parecía infantil y con cabos sueltos. ¿Cómo explicarle a un hombre que me hacía sentir así, que mi padre era parte de la mafia y qué si se enteraba que me iba a vacacionar con él sin su consentimiento sería capaz de cometer una locura?

Rayos porqué existen los papás celosos como Edward Cullen.

Al bajar del auto, él chofer me condujo al ascensor de un majestuoso edificio ubicado por lo que pude observar a las afueras de la ciudad. Llegamos al ático, él chofer me indico la única puerta del piso y se retiro deprisa.

Espere unos segundos para calmar mi respiración y cuando mi dedo casi oprimía el timbre la puerta se abrió mostrando a Jacob.

Me quede sin habla. Vi esos ojos negros, que me llaman a sumergirme en ellos y que su delicioso calor me arrullaba de forma dulce y cálida. Perdí la noción del tiempo y cuando recupere el sentido me vi envuelta en sus brazos llorando silenciosamente, mientras el susurraba a mi oído palabras tiernas.

Ya un poco más calmada me atreví a mirarlo nuevamente a los ojos los cuales desbordaban cariño y comprensión. Estaba tan terriblemente asustada, que creí comprender el amor que se profesaban mis padres, pero jamás imagine que algo así me tocaría a mi y de una manera tan profunda, ya que me conformaba con saber que le gustaba y no que me amaba tenía tanto miedo de no poder escuchar un te amo de su parte que trataba de reprimir los míos.

-Y bien- dijo Jacob tomando mi rostro entre sus manos obligándome a mirarlo.- ¿Qué ha pasado para que este así?
-No puedo viajar contigo-le respondí desviando mis ojos a un cuadro que se hallaba a un costado del pequeño bar.
-Claro que puedes cariño- acarició mi cabello-Sólo tienes que enfrentar lo que te está reteniendo.
-No puedo-susurre con un nudo en la garganta- Mis padres no se merecen que les mienta.
-¿Les has mentido respecto al viaje?
-Sí les dije que sería de la universidad.
Soltó una carcajada. Su tono de humor estaba fuera de lugar por lo que me levante enfurruñada y me aleje de él.
-Lo siento-susurro posando sus manos en mi cintura atrayéndome hacía él. Deje caer mi cabeza en su pecho.-Si deseas puedo presentarme en tu casa y hablar con tus padres.
-No-casi grite tratando de salir de la cárcel sus brazos, pero su agarre se hizo más fuerte.-Mi padre te mataría si llegues pidiéndole opinión para llevarse a su hija a viajar.
-Hummm.....No lo creo princesa-esbozo una sonrisa satisfecha.-Entonces, ¿Qué aremos? no pienso irme a ninguna parte sin ti.
-Creo que la única opción que tengo es hablar con mi madre-gemí suavemente cuando mordió mi hombro.-Ella lo sabrá entender, y de esa forma no me sentiré tan mal.
-Eres muy sensible cariño-lo dijo de tal manera como si eso le resultará entretenido.
-¿Y eso importa?-inquirí.
-No...Creo que ello te hace más hermosa.-su respuesta esfumo el mal pensamiento que había tenido al respecto.
-Si todo sale como espero, creo que podremos irnos cuando te plazca.
-Crees que mañana podamos partir.
-¡OH! sí, pero debo irme inmediatamente antes de que mi madre se duerma.-reí-Mis hermanos tienen baterías recargables y le dan mucho trabajo a la pobre.
-Debe ser de locos tener nueve hijos- dijo aparentando estar espantado.
Sonreí.
-Lo es. Mamá nació con ese don no se como se la arregla entre los cuatrillizos y los gemelos, a parte de llevar las librerías alrededor del país.-mi madre era todo una heroína como decía papá.
-Definitivamente tiene un don-beso mis mejillas-Me fascinaría conocerla.
-Pronto...-prometí con fervor.-Ahora debo irme.
-Te dejare ir porque sé que mañana estarás en mis brazos.- Me apretó contra su pecho inhalando el olor que desprendía mi cabello, bese su pecho acariciando su espalda.-Mi preciosa Renesmee.
Sí su Renesmee, porque al oírlo lo vi claramente era suya contra todo y esto que me hacia sentir, nada jamás podría superarlo.
-Vamos-tomo mi mano conduciéndome a la puerta.
-Corazón-me sorprendí pronunciando esa palabra.-No es necesario que me lleves, tu chofer está abajo esperando.
Beso mis labios pasando su lengua caliente por mi labio superior e inferior. Aferre mis manos a su cuello para sostenerme pues mis piernas me fallaban cada vez que me besaba.

Me acompaño hasta el auto dándome otro beso que me dejo sin aliento y prometiéndome llamarme al alba para confirmar la hora en que nos reuniríamos.

En casa me dirigí a la recámara de mis padres, sabía que papá estaba en una reunión de la organización quien sabe planeando que. Abrí la puerta y escuche como caía el agua de la ducha por lo que me senté en la cama.

-Mi niña ya regresaste.-dijo mamá buscando una pijama en el armario.-Te ocurre algo ¿Cierto?
Asentí.
-Cuéntame a ver que pasa-pidió sentándose a mi lado.
-Lo del viaje de la universidad sólo fue una excusa mamá-su mirada no reflejaba nada.-Mentí, en realidad voy a pasar un mes con un hombre.
-Renesmee-casi gritó mi madre tapándose la boca.- ¡Dios mío! ¿Por qué no me lo habías contado? No confías en mí- susurro dolida.
Tome sus manos apretándolas fuerte.
-No mami tenía miedo de que te enojaras, irme así no es precisamente el ejemplo que me has dado.
-¿Quién es él?
-Es maravilloso mamá y muy buena persona.-suspire recordándolo.-Lo conocí aquella noche que fuimos a la discoteca árabe, precisamente es de él.-alzo una ceja.-Es un poco mayor que yo tiene veinticinco años, es adorable...Sé que te encantará.
-Deberías traerlo a casa.
-Mamá-protesté haciendo un puchero como la tía Alice- Sabes que mi padre le dispararía al traspasar la puerta.
Nos reímos de mi ocurrencia.
-Hablas como una chica enamora.-dijo seria mirándome a los ojos.
Sentí mis mejillas arder y supo que estaba perdida para mi madre todos sus hijos éramos como un libro abierto.
-Lo estás-aseguro sonriendo.-Cuentas con mi apoyo, sé perfectamente que no quieres que nadie más se entere.
Moví la cabeza afirmativamente.
-Tranquila sabes que no se lo diré a nadie. Sólo te pido que te cuides y si ocurre algo no dudes en llamarme estaré allí tan rápido como cuando aprietas el gatillo de una pistola y sale el tiro- rió escandalosamente.
-Lo mafiosa lo llevas en la sangre- acuse bromeando.
-Por supuesto querida.-palmeo mi mejilla cariñosamente-Te amo hija...Cuídate mucho y llámame para saber que estás bien.-pidió con voz dulce.
-Te llamare-prometí besando su mejilla y saliendo de su recámara.

El reloj despertador hizo su trabajo muy temprano. Salí de la cama todavía medio dormida, tome una relajante ducha me vestí con unos pantalones negros a juego con un saco y una camiseta blanca. Termine de arreglar algunas cosas en mi maleta y baje a preparar algo de desayuno. Ya que nadie había despertado aún tome el teléfono y le marque a Jacob, quien me informo que en dos horas salíamos hacia la isla.

Lysander, Nico y Molly fueron los primeros en despertar prepare fruta, cereal y un poco de jugo de naranja para ellos, mientras los besaba y halaba sus mejillas, puesto que los extrañaría horrores. El comedor se fue llenando ahora con la presencia de mamá, Damien, Hakim, Tallie, Damon y papá quien se levanto con el pie izquierdo, puesto que ni me miraba.

Abrase y besé a todos antes de pedirle al chofer que me llevará al aeropuerto. El chofer de Jacob me esperaba junto con dos sonrientes aeromoza y me condujeron a una parte privada, el jet era simplemente fantástico. Un chico quien parecía el copiloto me esperaba a la altura de las escaleras, bajo al verme y me ayudo a subir mientras se presentaba.

Quede impresionada con el interior del jet era demasiado lujoso. Las aeromozas me ofrecieron un coctel riquísimo y me informaron que Jacob se reuniría conmigo en unos minutos, ya que estaba en la cabina charlando con el piloto.

Degustaba un riquísimo bocadillo cuando me estremecí ante el contacto de esas manos tan conocidas.

-Espero que todo sea de tu agrado princesa.
-Lo es- gire y acaricie sus labios con los míos.
Caroline una de las aeromozas carraspeo visiblemente apenada.
-Disculpen mi interrupción, pero el piloto me acaba de informar que despegaremos en cinco minutos. Les agradecería que se colocaran sus cinturones.
Ambos asentimos y nos sentamos en los sillones de cuero.

Cinco horas aproximadamente duro el viaje. Reímos, cante para él e intercambiamos opiniones sobre nuestros libros, películas, operas y obras favoritas. Cada segundo que pasaba junto a él era tan especial que no sabía donde cabía tanto amor.

Un calor abrasador invadió cada poro de mi piel al bajar del jet. La primera vista me pareció increíble y el recorrido hacia la casa me permitió ver la belleza exótica de la isla.
Sencilla pero realmente bella era la casa de Jacob rodeada por muros inmensos la parte trasera daba una bellísima playa privada sólo para nosotros como había pronunciado él.

-Si deseas puedes ir a tu recámara a arreglar tus cosas-dijo apretándome contradiciendo sus palabras.-Sólo déjame abrazarte un poquito más.
-Un poquitín más.-bromeé besando su barbilla.
-Cenaremos en el restaurante de mi amigo Paúl es el mejor de la zona.
-Me parece perfecto. Mordisque su mentón, mientras enredaba mis dedos en su cabello. Su piel era salada tan ardiente que de tan solo pensarlo sentía una cascada entre las piernas.

Un carraspeo nos sorprendió, era Santiago quien en conjunto con su mujer se encargaba de la casa.
-Mis disculpas- se excusó- Jacob alguien te busca.
-Hazlo pasar.-Ordenó con ese aire imponente tan característico de él, acaricie una pequeña arruguita que se formo en su entrecejo.
-Enseguida.-dijo Santiago saliendo de la sala.

Unos pasos se escucharon desde el vestíbulo. Me gire todavía entre sus brazos, para ver de quien se trataba y fue cuando estuvo al frente de mí.

domingo, 25 de julio de 2010

Asaltando El Corazón---"Secuela"---


SECUELA DE ASALTANDO EL CORAZÓN.

Renesmee POV.

Miraba televisión en mi recámara cuando lo sentí entrar, no sé de donde había adquirido esa especie de radar para estar segura cuando él estaba cerca de mí.

Camino hacia la cama y se sentó a mi lado acariciando mis rizos. Cerre los ojos sintiendo paz cada vez que el reboloteba alrededor de mí.

-Tengo que confesarte algo Reneesme-mi corazón latia furiosamente.
Se acomodo frente a mí, y entralazo nuestros dedos. Una fuerte corriente me atraveso el cuerpo, temble un poco. Siempre pasaba esto y me resultaba completamente extraño.
-¿Tienes frío?-inquirió tocando mi brazo haciendome temblar nuevamente.
-Un poco- mentí desviando la mirada. -¿Cuál es la confesión?-pregunte tratando de no sonar ansiosa.
-Hummm...-murmuro con las mejillas encendidas.
Reí pues era muy raro verlo nervioso y sonrojado.
-Dilo- lo apresure moviendo mis cejas
-Ten...go novia- solto de repente y una sonrisa se extendió en su rostro. Solte sus manos con cuidado.
-¡OH!-fue lo único que pude decir.
El alma se me callo a los pies de una manera tan rápida que senti mi pecho oprimirse por el terrible dolor que me causaban sus palabras. Los ojos me picaban a causa de las lágrimas que amenazaban por salir, mientras tomaba la sabana aprentando mis dientes para no dejar caer ninguna.
-Y...¿Qué dices?- pregunto sonriendo.
-Felicidades- susurre con un nudo en la garganta y lo abrace ya con lágrimas cayendo por mis mejillas. Respire profundamente tratando de calmarme no quería que se diera cuenta, y mientras el reía de felicidad yo secaba mis lágrimas que me quemaban el corazón. No entendía mis celos irracionales.
-Soy tan feliz.-rió apretandome contra su pecho viril.
Me aparte cuidadosamente y bese su mejilla tratando parecer feliz por la noticia.
-Y esa cara de tonto- inquirió Damon entrando a la habitación.
-No tengo cara de tonto o ¿Si?- me miro alzando sus cejas.
-Un poco- logre pronunciar mientras me ponía de pie y arreglaba mi pantalón.
-Reneesme debes arreglarte saldremos está noche- casi grito mi gemelo bailando alrededor de mi cama.-Llama a Leola.- sus mejillas estaba sonrosadas.
Nahuel solto una sonora carcajada al verlo, y Damon le golpeo el hombro entre enojado y avergonzado. No pude evitar reírme ya era hora de que mi hermanito le confesara sus sentimientos a mi mejor amiga, que por cierto estaba enamorada de él.
-OK.- tome mi celular de la mesilla de noche y le marque remarcando cuidadosamente que el organizador de la salida había sido Damon, apenas escucho su nombre me colgo para irse a arreglar.-Ya esta- le avise.
-Bueno hermanos vistanse con su mejor atuendo árabe porque vamos a bailar en una nueva disco- salió de mi recamara junto a Nahuel bailando como loco, parecía una serpiente.

Me tire en la cama dejando que las lágrimas se deslizaran por mis mejillas. Y caí en un profundo sueño. Desperte a eso de las siete tome una ducha y me vesti con un top pegado al cuerpo igual que mi pantalón sandalias altas, y el manto árabe que me había comprado la tía Rose, sujetado en mi cintura. Tome otro para colocarlo en mi cabeza al llegar a la discoteca.

-¿Lista?-inquirió Damon desde la puerta. Estaba guapisimo con un pantalón negro y una camisa en forma de túnica.
-Sí- respondí tomando mi bolso.- Vamos a bailar la danza del vientre- trate de sonar animada.

Bajamos y nos encontramos a mamá que correteaba a los pequeños de tres años Damien y Hakim quienes gritaban detrás de su mascota, un chiguagua llamado bindy.

-Mis amores...-susurro mamá atrapando al pequeño Damien- ¿A dónde van?-pregunto con una sonrisa.
-A una disco árabe-respondió Damon tomando a Hakim quien daba vueltas alrededor de él.

La puerta de la biblioteca se abrió y por ella salió el hombre más guapo del mundo o sea mi padre. Mamá lo miro con ojos soñadores, esa mirada que siempre había estado allí a lo largo de los años. Su amor era tan profundo que se sentía en el aire, él le devolvío la misma mirada.

-Bella... Hijos- nos saludo y mis hermanos se escaparon para ir a abrazarlo.
-Hola papá-lo saludamos mi gemelo y yo al mismo tiempo.
-Con que de fiesta- dijo pareciendo enojado.
Mi madre le palmeo el hombro.-Ya son mayores de edad Edward- advirtio cariñosamente guiñandonos un ojo.
-Muy cierto ma...-Damon empezo a aplaudir y a girar bailando alrededor de ella quien se carcajeaba, por su parte mi padre no pudo evitar reír. Mi hermano era tan bromista como el tío Emmet.
-Vamonos-apresure al nuevo bailarín de la familia.-Hasta luego- bese a mis padres y salimos rumbo al carro de mi hermano.

Pasamos a buscar a Leola quien estaba super emocionada y no paro de parlotear en todo el camino, acompañada de mi hermano que estaba emocionadisimo.
La noche iba a ser muy larga . . .

La famosa discoteca árabe, después de todo era bonita y muy acogedora estaba abarrotada, las personas se veían animadas. Hummm...tenía un buen ambiente.

Pedimos una mesa de seis personas, ya que Nahuel vendría con su "Noviecita". Leola noto mi molestia pero la convenci argumentando que estaba de mal humor.

-Buenas Noches- chillo alguien gire mi rostro para encontrarme a una rubia oxidada de cuerpo despampanante del brazo de mi hermano sonreía como tonta quiza ya sabía que se saco la lotería siendo novia de un Cullen.
-Hola-saludaron Leola y Damon.
-Un gusto-volvío a chillar la rubiecita.
-Rennesme- llamo mi hermano sacudiendo su mano frente a mis ojos- ¿estás dormida?- rió entre dientes.
-Eso creo- respondí volviendo a ignorarlo.
-Mucho gusto Rennesme he oído hablar maravillas de ti- me ofrecio su mano- Mi nombre es Ellie espero poder llevarme bien contigo- sus palabras y su rostro mostraban una sinceridad tan pura que no dude en apretar su mano. Encima de todo la rubiecita era la chica perfecta.
-Yo también lo espero- mostro una sonrisa en contra de mi voluntad.
-Sientense.-ofreció Leola con una sonrisa- El animador dijo que muy pronto empezara la función.
-Los árabes tienen una cultura asombrosa- susurro Nahuel maravillando.
-Cierto-coincido Damon-Su comida, música y bailes son únicos. Y sobre todo-casi gritó- Sus mujeres aunque un poco tapadas son muy hermosas.
La sonrisa de Leola se borro al escucharlo y sólo fue para que me carcajeara esos tontos tenían que declararse pronto o tendría que darles un pequeño empujoncito.
-Miren-indico Ellie- Parece que ya va dar inicio el show.

Pasaron unos cinco minutos y en el escenario aparecieron unas bailarinas, al principio cubiertas por sus mantos, pero poco a poco dejando ver el bellisimo vestido de la danza del vientre.

Los tambores retumbaron, y las personas salieron a bailar. Damon y Leola estaban danzando mientras una de las bailarinas hacia movimientos de cadera a su alrededor que mi amiga trataba de imitar.

-Te importa si te dejamos sola-susurro preocupado Nahuel sosteniendo la mano de Ellie quien se veía apenada.
Negue con la cabeza mostrándole una sonrisa sincera para tranquilizarlo.
Una nueva canción sono y muchas personas más se aglomeraron para danzar. Me entraron unas ganas enormes de hacer pipi y casi corri tropezando con algunas personas para llegar al baño.
Al salir de este con lo concurrido que estaba el lugar sentí una calor insoportable y me dirigi a la barra.

-Una piña coloda sin alcohol por favor- pedí al chico quien con una coqueta sonrisa fue a prepararla.
-Aqui tienes linda-me la entrego.-La casa invita.
-Gracias-susurre tomándomela de un trago alze mi mano en señal de despedida.
Camine hacia la mesa. En el trayecto un chico ya pasadísimo de copas no me dejaba pasar.
-Estás preciosa que tal si nos vamos a dar una vuelta-dijo tomándome de la cintura. Trate de zafarme pero era mucho más fuerte que yo.
-Suélteme- le exigi roja de rabia.
-Amor...-susurro una voz ardiente.-¿Sucede algo?-inquirió.
-No...-respondí y el chico solto mi cintura mirando perplejo a quien se encontraba tras de mí.
-Lo siento-balbuceo miedoso y salió disparado.
Mi salvador apreto mis caderas con sus grandes manos y un escalofrío recorrio mi espina dorsal, y porque no decirlo fue un latigazo que prendio mi cuerpo entero.-Bailemos querida-susurro muy cerca de mi oído.

Ya en el centro de la pista sin todavía ver su rostro, pero dejandome llevar por los impulsos o quizá por el imán que provocaba su cuerpo junto al mío, comenze a bailar moviendo mis caderas presionando nuestros cuerpos cada vez más, sus manos seguían sosteniendo mis caderas con poseción realice un movimiento sensual y gire inclinando mi espalda balanzeando mis caderas, utilizando el manto todavía sin ver su rostro. Realizando el baile sólo para aquel desconocido que tenía su mirada en mí.

Poco a poco se acerco a mí danzando como todo un profesional tomo mi manto y lo coloco entre nuestros rostros sin vernos, estaba deseperada y girando moviendo más mis caderas tire el manto al suelo y pude verlo.

Su piel morena-rojiza resaltaba sus facciones de niño pequeño, pero con una belleza varonil absoluta. Vestía un sueter negro con unos jeans ajustados que dejaban ver su hermoso cuerpo y su gran tamaño. Debía tener unos veinticinco años y era el hombre más hermoso, ardiente e interesante que jamás había conocido.

Deje de mirarlo y segui bailando hasta que al fin la canción termino. Se agacho con una elegancia increible para su tamaño y me entrego el manto sonriendo, no hice más que derretirme al admirar esa sonrisa tan sincera y esos dientes blancos tan perfectos contrastados con su piel rojiza y su hermoso cabello negro azabache.
Iba a preguntarle su nombre y sobre todo agradecerle haberme salvado pero parecio adivinarlo.

-Jacob Black-extendio su mano.-De nada.-rió y su risa fue música para mis oídos.
-Gracias.....Rennesmee Cullen-aprete su mano al tiempo que besaba su mejilla, me teñi de varias tonalidades de rojo al darme cuenta de lo que hacía.
-Debes tener más cuidado Princesa las barras de las discotecas casi siempre están llenas de borrachos impertinentes-me aconsejo.
-¿Princesa?-inquiri .
-Tu nombre es un travalenguas...-se rasco la frente frunciendo sus labios-Princesa te hace honor.
-Bonito...-Sonreí ese hombre si que era especial, no podía dejar de mirarlo y entre más lo miraba más interesante me parecía.
-Como tú-susurro.
Mi rostro debía parecer un poema, puesto que estaba asombrada por la sensualidad que desprendía aquel hombre.
-¿Tomas una limonada?-pregunto señalando una mesa.
Asentí.
Como todo un caballero me ayudo a tomar asiento y en un chasquido un mesero no estaba atendiendo, pedimos una limonada para mí y una soda para él.
-Es asombroso este lugar-comente para hacerle un poco de conversación quería saber todo de él.
¿Qué demonios me pasa?
Te gusta... jiji-rió la odiosa de mi conciencia.
¡Cállate!
-Me alegro-sonrió- Inverti muchos meses en este lugar.
-Eh...-tartamude asombrada-No entiendo. ¿Eres el propietario?
Asintió.
-¡OH! te felicito es demasiado de lindo y acogedor.-no supe que decir.
-Gracias...Creo que valio la pena todo el esfuezo.
Mientras el mesero colocaba nuestras bebidas. Jacob entrecerro los ojos amenazante mirando por encima de mi hombro.
-Te estabamos buscando Rennesme-hablo Nahuel.
-Pues aquí estoy-Sonreí tratando de alibianar el ambiente.
-Y usted es....-inquirió mi hermano con voz dura.
-Jacob Black-se presento estrechando su mano, se las aprentaron con fuerza por más tiempo de lo necesario mirandose como dos jaguares a punto de pelear.
-Nahuel Cullen-dijo mi hermano.
-Mi hermano...-susurre. Jacob sonrió con superioridad.
-Vámonos- me apresuro Nahuel. Estaba loco o qué.
-No- casi grite poniéndome de pie para encararlo que se creía.- Ire ahora- le de una mirada dura- Estoy hablando con Jacob.
-OK.-escupió entre dientes y se fue casi echando humo.
-Lo siento...No sé que le sucede, me cuida demasiado-trate de justificar su comportamiento sumamente apenada.
-No importa princesa-susurro deslizando sus dedos por mis mejillas.-Lo entiendo eres tan hermosa que dan ganas de encerrarte y no dejar que nadie más te vea-. Instintivamente me acerque un poco, inclino su cabeza y beso mi frente.

Su llamada me había tomado por sorpresa unos días antes, luego de aquella maravillosa noche no podía dejar de pensar en ese hombre tan imponente. Me estaba volviendo completamente loca, ya que hasta sueños humedos había tenido con él.

-¡AHHHHH!-gritó la escandalosa de Leola- ¡Santo Cielo! Así que resulto ser el dueño de la discoteca- comenzo a saltar como loca en mi cama.- Debes buscar tus mejores trapos amiga, como me lo describes ese hombre es hermoso y tienes que ir por él.- me apunto con su dedo índice.
-Lo es...No puedo expresar su belleza con palabras-logre pronunciar cada vez que recordaba su voz, su aliento, su calor; mi piel ardía en llamas..., y hasta me costaba hablar.

Luego de pasar aproximadamente dos horas sacando ropa para ver que me quedaba bien. Opte por un vestido hasta las rodillas straple cbubierto de puntos negrso a la altura de los senos y al final de él mismo, diseño exclusivo de mi tía Alice..., un bolso de mano y mis rizos recogidos en una coleta cofección de mi mejor amiga.

El restaurante al que me invitó para mi total asombro resulto estar cerrado, pensando que me habría equivocado de sucursal regrese a mi auto, pero antes de entrar un camarero me indico que pasará.

-El señor la está esperando señorita- anunció tomando mi abrigo e indicandome el camino.

Parado en el centro del aquel fino restaurante con un traje negro hecho a su medida se encontraba Jacob Black, al verme hizo una reverencia propia de todo un caballero y sonrió.
Mi mundo entero se detuvo con aquella sonrisa, allí en ese instante lo supe. Ese hombre sacaba cosas que jamás con nadie había sentido, no era yo al tenerlo cerca, le pertenecía. Estaba completamente segura que lo que él me pidiera se lo daría.

-Buenas noches princesa- saludó besando mi mejilla.
-Buenas noches- logre pronunciar su olor una mezcla exquisita de fragancia masculina combinada con su olor me desquiciaba.-¿Cómo has estado?-pregunte sentándome.
-Ahora que te veo a ti, maravillosamente- respondió sentándose frente a mí.
El rubor cubrio mis mejillas.
-¿Y a qué se debió la invitación?-inquirí.
-Necesitaba verte para hacerte una propuesta- respondió entrelazando nuestros dedos.
Empece a hiperventilar algo me decía que lo que venía a continuación cambiaría mi vida para siempre.
-¿De qué se trata?.
-Deseo que me acompañes a vacacionar a una isla que pertenece a mi familia.
-Pero Jacob...apenas nos acabamos de conocer, no crees que es muy pronto.
-Por lo mismo princesa necesito saber todo de ti.-besó mi mano.-Por favor no me rechases-pidió acarciando mi brazo.
Segura de que un hombre como él no rogaba como lo estaba haciendo, toda mi racionalidad se esfumo.
-Quiero conocerte Rennesme, no sé que me sucede contigo pero te necesito tan desesperandamente.
-No sé que decir...
-Sólo dime que aceptaras acompañarme en este viaje.
Completamente asombrada por la intensidad de sus palabras me quede sin habla.
Entonces......Date prisa él espera una respuesta y no haces más que mirarlo como si tuviera tres cabezas.
No sé que decir.
Ya lo dijiste paraces lora
¿Qué hago?
Pues otra oportunidad como está no se volvera a presentar....Vamos admitelo ese hombre te fascina, por no decir que estoy casi segura que ya estás irrebocablemete enamorada de él.
-Acepto.
Al diablo con la universidad ella podía esperar después de todo no se iría caminando.
-No sabes lo que significa esto para mí princesa- susurro poniendóse de pie tomandome en brazos y besando con ternura infinita mi cuello.
-Puedes llevarme al fin del mundo si deseas Jacob Black.- susurre acariciendo sus hombros.
Su sonrisa me cego e inclinando su cabeza poso sus labios sobre los míos. Lo que empezo con un beso lento un simple rose de labios, se convirtio en un fuego ardiente que recorría cada célula de mi cuerpo delinio mi labio inferior subsionandolo, abri mi boca su lengua traspaso explorando mi boca con deseo y empezo una batalla campal demostrandonos nuestro ardor, cuando el aire fue una verdadera necesidad nos separamos sonriedo dulcemente.
-No sé que me has hecho princesa...-susurro agitado- Sólo estoy seguro de una cosa serás solo mía.
Su tono posesivo me encanto, aunque algo muy dentro de mí dio una señal de alarma pero lo ignore, pues el momento era demasiado magico como para pensar tonterías.

martes, 4 de mayo de 2010

Es hora de decir Adiós


Capítulo 1
Los personajes pertenecen a S.M., la historia es de mi autoría y esta prohibida su reproducción sin mi consentimiento.
El sol iluminaba la gran ventana blanca de la hermosa casa de campo. Y su compañero el viento alborotaba las hojas secas del jardín.
Los pájaros picoteaban las manzanas de los árboles, y una madre les llevaba pequeños gusanos a sus bebés para comer.
Sus manos se deslizaron por mi cintura trazando círculos, provocándome. Presionando su miembro erecto sobre mi trasero y yo gimiendo en respuesta como siempre lo hacia.
Sí de algo estaba segura en mi vida es que amaba a ese hombre más que a nadie. Y soportaría todo lo que viniera de él.
Mordió mi cuello de forma salvaje, alertándome de lo que vendría. . . Subí y baje mi mano con movimientos rítmicos sobre su pierna. Emitió un sonido ronco desde lo más profundo de su ser.
Me deseaba lo sabía... Yo también lo deseaba. Quizá ese poder era el único que tenía sobre él, había aprendido a tocarlo, a besarlo y a mimarlo, sólo como a él le gustaba. Sólo como él lo pedía.
En la cama... Sí era allí en el único lugar donde llegaba a ser feliz. Despertar cada mañana entre sus brazos es la gloria, pero luego de ese momento volvemos al infierno que nos arrastra a diario y desde que estamos casados. Aquel infierno que no sé si algún día llegará a terminar.
Cinco años de casados, para los demás de un feliz matrimonio. Si tan solo supieran por todo lo que hemos pasado. ¿Se sorprenderían?, no lo creo, más bien se aterrarían.
Todo absolutamente todo comenzó hace ya cuatro años. Pues el primer año de matrimonio fue el más feliz de mi vida, ya que viví engañada, pero prefería eso a lo que vivo luego de eso.
Unos quince minutos más y un poco más de crema batida y el pastel estaba listo.-Pensé observando el reloj de la cocina de nuestro hogar-. Limpie los platos ensuciados, y saque la vajilla perfecta para una noche perfecta.
Aspire el increíble aroma de las rosas que coloque aquella mañana en el comedor. Ubique cada plato, copa y cubierto en su lugar, como de pequeña me había enseñado mi mamá.
Corrí a nuestra recámara a cambiarme, ya faltaba poco para que llegara de trabajar. El vestido negro me quedaba espectacular según la dependienta y esperaba que a él le pareciera igual. No me maquille, solo un poco de brillo y el sonrojo habitual de mis mejillas, creo que era más que suficiente.
Cuando el sonido de la puerta al abrirse me alerto, estaba todo listo. Esperaba de todo corazón que le gustara la sorpresa que con tanto amor había preparado sólo para él.
-¿Bella?-Llamó desde la sala, su tono de voz fría me alerto, pero lo comprendí debía estar exhausto después de un largo día de trabajo.
-En el comedor- Respondí ansiosa por saber que le parecería la sorpresa.
Al mirarlo supe que algo andaba mal. Su mirada... el odio que translucía envío un escalofrío alrededor de mi cuerpo.
Ni siquiera tuve tiempo de pensar cuando sentí su mano estampada en mi mejilla y las lágrimas que inundaban mis ojos.
-Eres una maldita perra- gritó furioso tirando el pastel que había preparado.-Pero ni sueñes que conmigo vas a jugar.- Camino hasta mí y me tomo de los hombros para estamparme contra la pared.- Vas a lamentar haberme engañado.-amenazo colocando sus manos alrededor de mi cuello cortando mi respiración.
Empecé a toser por la falta de aire y me soltó abofeteándome una vez más, gritando que era una perra maldita.
Ni siquiera las bofetadas y el golpe contra la pared me dolían la mitad, de lo que me dolían sus palabras.
Engañarlo. Jamás. Lo amaba ciegamente desde siempre, como podía dudar de ello cuando lo había dejado todo por él.
-Yo no te he engañado- susurre con la garganta seca a causa de las lágrimas.
-Cállate- gritó empujándome tan fuerte que caí en el piso golpeando mi cabeza.-Me engañas con otro lo sé, no me tomes por idiota bella.
-Eso no es cierto-solloce desesperada tratando de reincorporarme.-No podría Edward yo te amo.
-¡OH! Sí eso siempre lo dices- rió irónicamente.-Párate- me ordeno.
Me incorpore lentamente pero al hacerlo me mareé volviendo a caer sentada sobre el frío suelo, mi cabeza dolía y todo mi cuerpo se estremecía a causa del miedo a aquel desconocido que se encontraba frente a mí, mirándome furioso y esperando que cumpliera la orden que acababa de dar.
Cuando por fin logre ponerme de pie y llegar hasta una silla del comedor, fui conciente del insoportable dolor de cabeza, como también fui conciente de que mi perfecto matrimonio no era más que una mentira.
Con cuidado camine hacia el baño, dejándolo en el pequeño bar a un costado del comedor mirándome amenazadoramente.
Mi reflejo en el espejo sólo sirvió para que el corazón se me encogiera más de puro dolor. Los moretones que yacían en mis mejillas empezaban a adquirir un color morado. El dolor de mi cabeza, y cadera por la caída resultaba insoportable. Pero el vació en el pecho y las ganas de gritar para arrancar el dolor eran más fuertes que eso.
Lave mi cara con cuidado de no lastimarme, casi corriendo y a pesar del dolor llegue a la recámara acostándome en la cama, rogándole a los cielos poder dormir y olvidarme de la realidad aunque tan solo fuera un instante.
Me lo concedió pues desperté a causa de unos sollozos que inundaban la habitación. Abrí los ojos de golpe y las imágenes de lo ocurrido me encogieron. Pero lo que más me impacto fue la imagen que tenía al frente de mí.
Él tirado en el suelo sollozando, con las manos hechas puños y su cuerpo tendido en posición fetal.
Cuando nuestras miradas se encontraron, se levanto y por instinto retrocedí sobre la cama, no soportaría un golpe más, eso me mataría.
-Perdóname- sollozo arrodillándose frente a mí. Hundiendo su cara en sus manos.-Soy un mounstro, pero por favor perdóname.-volvió a pedir.
No sabía que decir, no sabía como actuar. Si abrazarlo para calmar su dolor o decirle que los olvidáramos, que tan solo había sido una terrible pesadilla. Pero sabía que decir aquello no serviría de nada.
-Bella por favor... Háblame, necesito que me perdones- rogó entrelazando mi mano con la suya, como siempre me estremecí y como la primera vez miles de choquecitos atravesaron mi cuerpo, en señal del indudable amor y devoción que sentía por él.
Apreté su mano y lo hale hacia mí para poder abrazarlo. Lo abrace fuerte y sentí como mis hombros se humedecían a causa de sus lágrimas. Trace círculos en su espalda, mientras el controlaba sus sollozos. Besé su cuello y le susurre un te amo, me apretó fuerte y hundió su cara en mi cuello besándolo suavemente. Sabiendo que lo había perdonado.
Y esa misma escena se repetía cada vez que volvía a pegarme.
Había hablado con él en nuestros momentos de paz, para que buscara un psicólogo para controlar sus ataques de celos y furia, que yo siempre termina pagando. Pero era imposible hacerlo entender que tenía un problema.
Soporte y soporto los golpes que recibo cada vez que está enojado, hecho una furia y la paga conmigo. Su familia al igual que la mía creen una mentira, creen que somos un matrimonio perfecto, que yo era su vida y él la mía. Él si era mi todo, pero yo para él no era nada, eso me había quedado claro a lo largo de los años, para lo único que le servia era para una bonita fachada y para esperarlo en la cama.
-Amor necesito consultar algo contigo-. Rozo su nariz por mi cuello.
-Hummm.......-logre murmurar. Cada vez que me acariciaba perdía el hilo de mis pensamientos y las riendas de mi vida.
-Quiero que tengamos hijos.-lo dijo tan bajo que temí que mi imaginación me estuviera jugando una mala pasada.
-¿Cómo?- pregunte sorprendida.
-Bebé quiero que dejemos de cuidarnos, quiero ser el padre de tus hijos.-respondió sonriendo de lado.
Sonreí como una tonta imaginando como cambiara nuestra vida con la llegada de un nuevo miembro a la familia. De nosotros, sólo nuestro.
Las cosas podrían cambiar si todo salía bien, como también podía seguir siendo el mismo infierno de todos estos años.
-¿Qué te parece?- Inquirió besando mi frente.
-Claro que sí.- respondí besándolo con fervor, entregándole todo mi amor como siempre...

lunes, 3 de mayo de 2010

Asaltando el corazón


El Asalto...


Me encontraba como todos los fin de mes, camino hacia el supermercado. Ya era una costumbre así que al llegar tome un carrito y saque del bolso la lista de las cosas que necesitaría. Me encamine al pasillo de frutas y verduras pero este estaba muy congestionado por lo que decidí ir por un cereal. Mientras escogia entre el sabor a fresas o chocolate. Eschue los gritos de las personas.

-Esto es un asalto- gritó un hombre que tenía un pasa montañas sobre el rostro.

Todas las personas empezaron a gritar histéricas, por mi parte sólo solte el carrito y mire a los asaltantes. Cuando unos penetrantes ojos verdes me atraparon.s quedamos unos minutos así mirandonos olvidandonos de nuestro alrededor. También tenía su rostro cubierto por el pasa montañas. Desvió su mirada.

-No se muevan- hablo por vez primera. Su voz de terciopelo inundo el lugar.- Vamos busquen los malditos papeles y la caja- dijo en tono autoritario.

Tres de los asaltantes se dirijieron a las oficinas y los demás junto con él, se quedaron con el resto de los presentes. Un joven camino hacia ellos y él solto un disparo. Caí al piso de la impresión, cuando levante la vista para encontrarme con lo peor, el joven que se acerco a ellos estaba en su antigua posición.

El hombre de ojos esmeraldas volvío a mirarme y le susurró algo a uno que se encontraba junto a él. Este asintió y me miro.

Caminó hacia a mí a paso lento, al quedar frente a mi. Se agacho y me susurró al oído.
-Espera mi señal- se aclaro la garganta- Si no lo haces date por muerta. Gritare YA y caminarás atrás de ese Stan hacia nosotros- me miró a travez de sus ojos oscuros- Sabes lo que te pasará si no lo haces.

Se levanto y caminó hacia donde su jefe o eso suponía por el tono autoritario que el hombre de ojos verdes tenía.

- Ya está Jefe- dijo unos de los hombres que envió a la oficiana. Los otros dos venían con unos sobres y una bolsa negra.

-Nadie se mueva hasta que estemos fuera- dijo el chico de ojos oscuros- Y saben los que le va a pasar si hablan- soltó un disparo a aire- Van a morir.
Luego me miró y dijó.- Ya....

Me levanté a paso torpe. Tropecé dos veces con mis propios pies. Pero logre salir por donde el me indico al llegar el estaba ahi, le indico algo al chico de ojos oscuros y este le sonrío.

-Sigueme- me dijo y lo seguí hasta una camioneta- Entra- dudé un momento - Sabes lo que te ocurrira si no lo haces ¿Cierto?- y entre.

El viaje duró aproximadamente 30 minutos estaba sentada entre dos hombres enormes. El chico de ojos oscuros se quito el pasa montañas y me miró. Su rostro era como el de un niño grande su cabello era rizado oscuro del mismo tono que el de sus ojos.

- El Jefe quiere hablar contigo- lo mire aterrada ahora si tenía miedo. No sabia que queria él de mi- Tranquila- me dijó- No te va hacer daño claro si cooperas.- No le respondí, sólo deje escapar un sollozo.

- Ya llegamos- dijó- Bajenla- les ordenó a los grandulones. Estos me ayudaron a bajar de la camioneta y cada uno se coloco a un lado mío.

-Vamos- dijó y camine con la mirada en el suelo. Cuando por fin tuve el valor de ver a donde habíamos llegado me quede impresionada. Era una casa de tres plantas , de un blanco elegante, afuera de esta había un gran jardín y muchos árboles que la rodeaban. Cuando estabamos justo al frente de la puerta está se abrió y salió una mujer que parecía miss universo. Era alta de un cuerpo de revista, de ojos azules como el mar y cabello rubio que le llegaba hasta la cintura.
Corrío hasta el grandulon y lo beso.

-Emmet- gritó eufórica- Has llegado- y le plantó otro beso.
-Sí- afirmó este- Aquí estoy amor.

La rubia lo abrazó, y fue en ese instante que se dio cuenta de mi presencia. Se separó de él y lo miro ceñuda.

-¿Quién es ella Emmet?- preguntó enojada.
-Mejor porque no se lo preguntas a tu hermano- le respondío.
-La secuestraron Emmet- dijo la chica histérica- Estan locos. -gritó.
-Tranquila Rose - le dijó- No creo que esté por mucho tiempo.

La chica lo ignoró. Y camino hacia mí. Me observo y sonrío.

-Hola soy Rosalie Cullen- me extendió su mano.
-Bella Swan- le dije y estreche su mano. No sé porque pero ella me inpiraba confianza.
-Ven- dijó y tomó mi mano.- Te mostraré la casa- dude y el grandulón asintío.

Entramos a la estancia era mucho más hermosa que por fuera. Estaba pintada de colores claros que contrastaban con los muebles. Subimos al segundo piso y entramos a una recámara que era como el tamaño de mi pequeño departamento. Me indico que me sentará y asi lo hice pues estaba hecha un charco de nervios.

-Tranquila Bella- me dijó- No dejaré que te suceda nada- aseguró- Es más no creo que mi hermano sea capaz de hacer algo que tu no quieras.- sonrío.
Sólo pude asentir. Si no quisiera hacerme daño no me hubiera secuestrado. pensé.
-Cuentame de ti - dijó rosalie con un sonrisa- Sabes no tengo amigas a parte de Alice, y me gustaría que tú fueras mi amiga.- me sonrío.-¿Estudias?-.preguntó.
-No. Por ahora trabajo en una biblioteca-le sonreí- Es el trabajo perfecto.

Me miró ceñuda. Había confusión en su rostro.

-Es que me encantan los libros- le explique- Algún día quiero llegar a ser una gran escritora- sonreí al pensar en eso. Era mi sueño desde pequeña.
-Que bien eres una persona soñadora. Espero comprar tu Saga- dijó y sonreimos.
-Espero autrografiarlos - le dije y nos reímos más.

Toc, Toc, Toc.... Tocaron a la puerta y Rosalie fue a abrirla.
-Pasa- dijo entre dientes.
-Rosalie debemos irnos- dijo Emmet en tono serio.- Tu hermano ha llegado y quiere hablar con la chica.
-No la pienso dejar sola Em - dijo Rosalie.
-Tranquila preciosa, él no le hara daño sólo quiere conversar con ella.
-¿Seguro Em?- le pregunto rose.
-Sí amor. Crees que te mentiría.
-Bueno te creo, pero tomare medidas.- se giró hacia mí- Ten Bella- me dio un celular- Si el estupido de mi hermano se llega a pasar me llamas Ok.
-Esta bien Rosalie- le respondí tomando el celular.
-Rose, sólo Rose - me sonrío- Aprieta el número 1 y estarás llamando a mi casa si lo llegas a necesitar. Nos Vemos Bella- se acercó y me dio un beso en la mejilla.
-Adiós Rose- me despedi agitando mi mano ya que ella se encaminaba a la puerta.
-Bella- habló el grandulón- Ve al tercer piso a la habitación de la derecha. - asentí- Él hablara contigo allí.

Cerró la puerta. Caminé hacia la gran ventana de cristal que daba a fuera de la casa. Vi a Rosalie y Emmet subirse en una hummer. Me armé de valor y subí la escaleras, abrí la puerta de la recámara y no había nadie.
Sobre la cama habían bolsas de Victoria Secret´s, Guess , Gucci y marcas reconocidas. Pero ni siquiera las mire. Me sente en la cama a esperar a que él se dignara en venir.

La puerta se abrío. Y desvié la mirada. No tenía ganas de verlo.

-Hola- susurró- Espero que estes cómoda. Podrías mirarme por favor- pidío.
-No quiero- le dijé con mucha valentía.
-Por favor.... suplicó con su voz de tercipelo. Qué tramposo quien no iba a seder con una voz así. Giré lentamente para encararlo. Y me quede paralizada.

Era el hombre más hermoso que había visto en mi vida. Alto de tez lívida y pomulos sonrosados, sus ojos eran verde esmeralda y su pelo cobrizo alborotado. Su cuerpo era la tentación, era musculoso y sus brazos se veían fuertes.

-¿Cómo te llamas?- preguntó.
-No te importa- le respondí. Y desvié la mirada.
-Si que eres valiente- se acercó- Pero si me importa demasiado como te llamas.- se agacho y rozo mi mejilla con el dedo pulgar. Sentí como mi estómago se lleno de mariposas y miles de choques eléctricos traspasaron mi piel.
-Bella- le dije- Mi nombre es Isabella pero prefiero Bella.
-Pues Bella será preciosa- dijó y volvió a tocar mi rostro.- Mi nombre es Edward Cullen.
-¿Qué quieres de mi?- le pregunte.
- Te quiero a ti- respondío.
-Eso no va a pasar- dije y me pare de la cama- Nunca voy a ser tuya.
-Nunca digas nunca pequeña- murmuro en mi oido. Eso me hizo estremecer y el rió bajito.
-Dejame irme- le supliqué- Por favor.
-Tienes familia - pregunto furioso.
-No- respondi
-Entonces no me pidas eso- me tomo por la cintura- Te acostumbras te lo juro.

Y sin más preambulo me beso. Cuando sus labios hicieron contacto con los míos no me pude controlar, le respondí a ese beso con amor. Era la primera vez que alguien me besaba y me sentí en el cielo, aunque el que me besara fuera mi secuestrador. Paso su lengua por mi labio inferior pidiendo permiso y se lo concedi. Nuestras lenguas danzaron como si fueran una sola. Nos separamos cuando necesitamos aire y lo abraze.

Parece loco, pero nunca me había sentido tan protegida y tan bien con alguien. No importaba que este fuera mi secuestrador. Sentía algo muy fuerte por Edward, ahora era yo la que no lo podría dejar.

-¿ Te quedarás?- preguntó con el rostro desencajado- No voy a obligarte a nada.
-Sí- respondí segura de lo que decía- Me quedare contigo.

Me beso en la frente y me condujo hacia la cama. Me recoste en su pecho y caí en un profundo sueño.

Una Noche de San Valentín

Los personajes son de S.M, pero la historia la saque de mi loquita cabecita.
Espero y les guste.

Capítulo 1: "Regreso"

¿Cómo demonios iba a conseguir el dinero para poder pasar el mes?

Estaba desempleada obviamente y tenía muy pocas probabilidades de conseguir un trabajo.
No podía pedirle dinero a mi mejor amiga ya que le debía suficiente y me moría de la vergüenza.
Sólo tenía una solución; ir a buscar trabajo como mesera en la discoteca del anuncio. Aunque no me pareciera muy agradable trabajar allí por la mala fachada que tenía y lo mal que hablaban de la gente que la visitaba. Pero no había opción.

Abrí el pequeño clóset de la habitación donde vivía y tome unos vaqueros y una camisa azul, me coloque mis respectivas converse y tome mi bolso.

Mientras salía de la casa haciéndome una coleta, mire el cielo nublado, la mañana estaba un poco fría y como siempre había olvidado mi abrigo, ya no podía regresar por él perdería tiempo.

Camine rápidamente hacia la discoteca, la cual quedaba a dos cuadras de la casa donde tenía alquilada una habitación.
Al llegar a la discoteca unas chicas me hicieron pasar a la oficina del dueño, quien era el que hacia las entrevistas.

Tome una gran boconada de aire antes de entrar.

-Buenos días- salude.
-Hola preciosa- dijo con una sonrisa "supuestamente" traviesa.
Era un hombre rubio de ojos azules fríos como el hielo de aproximadamente unos treinta y cinco años.
-Venía por el trabajo de mesera- le informe. Odiaba la manera en que me miraba, me producía un asco increíble.
-Mesera...-dijo riendo- Sería mejor y más beneficiario para ambos que trabajaras de prostituta cariño, tienes un cuerpo magnífico...Pero claro está, tendría que probarte primero.
-No me interesa ese trabajo- le dije. Y sus facciones se endurecieron.
-Así que quieres ser una simple mesera- dijo.
Asentí.
-Y si te digo que no te daré el trabajo- espeto con una sonrisa malévola.
-Gracias por su tiempo- le dije y salí de allí.

No me rebajaría a rogar ese puesto aunque necesitaba con urgencia el dinero.

Ya estando en la calle no pude evitar el llanto. ¿Como se le ocurría que aceptara un trabajo semejante? Claro que él me veía como un trozo de carne y nada más.
Corrí por las calles de la ciudad buscando un parque, cuando lo hice me senté bajo el árbol más alejado de la multitud, coloque mi cabeza entre mis piernas y me deje ahogar en sollozos.

Mi vida no es nada fácil, pero trato de sonreír ¿Cierto?, aún así me sigue golpeando cada vez más fuerte y de alguna manera aunque me conformo con estar viva, creo que no es justo todo lo que me ha pasado.

Llore y llore, no sé si horas o minutos. Necesitaba sacar parte de mi dolor, pero sabía que llorar de nada me servía. No lo había vuelto hacer después de los seis meses de depresión que pase, luego de aquella noche. Eso siempre estaría marcado como una cicatriz en mi vida y sabía que jamás lo olvidaría. Aún así pude seguir adelante.

Sentí a alguien sentarse junto a mí, su aroma era increíble. Estaba segura que lo conocía, pero no podía recordarlo del todo.

Alce lentamente la cabeza y lo vi. Un escalofrió me recorrió todo el cuerpo. No podía ser después de dos años lo volvía a ver.
Necesitaba salir corriendo de allí, huir mi pasado me estaba persiguiendo.

La vista se me nublo, mi cabeza parecía un remolino, cuando intente pararme para huir, lo único que sentí fue caer en sus brazos y todo se volvió negro.

---Flashbacks---

Gire más de tres veces frente al gran espejo de la habitación de Ángela, era la primera vez que tenía un vestido tan hermoso y también la primera vez que iba a una fiesta.

Había sido invitada a una de las discotecas más exclusivas de la ciudad, para celebrar la fiesta de San Valentín.

-Estás muy hermosa amiga- me dijo Jessica mientras se colocaba sus sandalias.
-Gracias- dije- Jamás había tenido un vestido tan lindo. Aunque me costo una fortuna, pero merece la pena.
Alise las arruguitas inexistentes y sonreí a mi reflejo.
-Ya casi termino- anunció mi amiga.
-¿Irá mucha gente?- pregunte.
-Esos son los rumores- respondió-! Lista!- exclamo y tomo su bolso.

El viaje en auto duro unos diez minutos, al llegar a la discoteca igual como lo había comentado Jessica estaba que no daba para ningún alfiler más. Presentamos nuestras invitaciones y pasamos, la iluminación era demasiado de colorida para mi gusto aún así tenía estilo. A donde miraras habían globos en formas de corazón y anuncios con el famoso; " I love you".

Mike nos saludo animadamente y nos invito a sentarnos en su mesa. Jessica estaba que se ahogaba en felicidad. Le di una sonrisa cómplice y se ruborizo, no pude evitar carcajearme.

Mientras Jess y Mike bailaban, tuve la sensación de ser observada. Lo deje pasar, pero al cabo de un rato la sensación se hizo más intensa;

Cuando volteé el rostro para donde supuse venía la mirada, me encontré con unos penetrantes ojos verdes del mismo tono de las esmeraldas. Era hermoso con su cabello revuelto y unos labios delgados pero carnosos. ¿Qué se sentiría besarlo? pensé. O vamos Bella me dijo una vocecilla, ¿Cómo te imaginas esas cosas, si ni siquiera has besado a un chico en tu vida? Cállate le dije irritada y desvíe la mirada de aquél hermoso hombre.

Los chicos volvieron a la mesa y Mike se fue por unas bebidas. Permanecí callada por tener nuevamente la sensación de que seguía mirándome.

-!Wao!...-exclamó una emocionada Jessica.- No voltees Bella, porque a tu lado izquierdo hay un increíble bobón mirándote, ni siquiera disimula- dijo sonriendo.
Me ruborice.
-Viene hacia acá! OH Dios!- casi grito.
-Hola- susurró una voz aterciopelada.

Levante mi cabeza y una estupida sonrisa se dibujo en mis rostro y por supuesto me sonroje fuertemente, las mejillas me ardían.

-Hooolaaa...-tartamudee.
-¿Te gustaría bailar?- inquirió con una devastadora sonrisa torcida que paralizo mi corazón.

Mire a Jessica en busca de ayuda y está asintió con una sonrisa pícara.

Lo volví a mirar y asentí. Me ofreció su mano, la tome con mucho cuidado, su contacto me produjo una descarga eléctrica por todo mi cuerpo, y dese con todas mis fuerzas poder tocarlo, sacudí la cabeza alejando esos extraños pensamientos, mientras él me conducía a la terraza de la discoteca donde había menos parejas y más espacio para bailar.

Sus andares eran felinos como un animal atacando a su inocente presa, pero se notaba que estaba un poco pasado de copas.

Nos colocamos en el centro de la terraza, donde poso sus manos en mi cintura y con manos temblorosas entrelace mis brazos en su cuello, una canción muy suave estaba sonando y aunque no sabía para nada bailar no se me hizo tan difícil como lo supuse. Él siempre me guió y gracias a Dios no lo pise.

-Disculpa por mis malos modales- susurro a mí oído y me estremecí.- Me llamo Edward Cullen.- se presentó.
-Isabella Swan- le dije.- Mucho gusto Edward.
-El gusto es mío Isabella- dijo y se rió.
Ladeé la cabeza para poder verlo.
-Puedes llamarme Bella es mejor que Isabella- dije haciendo una mueca.
-Bella... lo eres- sonrió.- Realmente hermosa.

Seguimos bailando una rato más, cuando una de sus amigas se acerco y le ofreció una bebida, él la tomo con una sonrisa y ella desapareció asesinándome con la mirada.

Se tomó la bebida de inmediato y volvimos a bailar. Sólo que él baile se torno raro... Edward me tomaba de las caderas y me acercaba a él, estaba muy extraño.

-Ya es tarde Bella...- dijo riendo sin poder controlarse.- ¿Quieres que te lleve a casa?-preguntó.
-Vine con unos amigos, de todas formas gracias- le dije.
-Te acompaño a buscarlos- se ofreció.

Me encamine hacia la mesa, pero al llegar me percate que los tortolos se habían ido por su cuenta.

-Se han ido- murmure bajito.
-Yo te llevo- dijo Edward.

Salimos al estacionamiento y Edward señalo un Volvoc80, trato de dirigirse hacia el auto, fui imposible, pues no podía mantenerse de pie y mucho menos caminar, así que decide ayudarlo a llegar al parque que estaba frente a la discoteca para que reposara un poco. Al sentarnos por fin en una banca, respire hondo y cerré los ojos.

Edward me aparto el cabello de el cuello y se inclino a besarlo...La sensación fue exquisita, sentí una cascada entre mis piernas. Y repentinamente se me escapo un gemido.

-Eres hermosa y tentadoramente exquisita- murmuro mordiéndome el cuello.

Y al cabo de un rato, poso sus labios sobre los míos, sabían a miel, paso su lengua por mi labio inferior pidiendo permiso y se lo concedí, explore su boca mientras nuestras lenguas danzaban sincronizadas. Luego el beso se volvió rudo y trate de empujarlo.

Esto estaba muy mal...

-No...- le dije- Para por favor- le pedí.

Bajo sus manos hasta el escote de mi vestido y acaricio el centro de mis pechos. Jadeé de la impresión.

Beso furiosamente mi cuello hasta llegar a mis pechos.

-PARA- le grite pero parecía no escucharme.

Temí lo peor, tenía los ojos oscuros de deseo y parecía no ser conciente de lo que hacia. De repente recordé la bebida y supuse que contenía droga.

Jalo mi cabello acomodándome en la banca y se poso encima de mí rasgando mi vestido. Volvió a besar mis pechos esta vez bajando el vestido, dejándolos expuestos, tomo uno de mis pezones en su boca y lo mordió y succiono, mientras al otro lo masajeaba. Me retorcí de placer, mis emociones me estaban venciendo. ! Demonios!

Lo empuje, pero era demasiado de fuerte. Tenía que ser racional. No merecía que mi primera vez fuese así.

-BASTA EDWARD- le suplique con lágrimas en los ojos. Ni siquiera me miro.

Rasgo mis braguitas y acaricio mi sexo con delicadeza, arqueé la espalda ofreciéndome sin pensarlo, dejándome gobernar por el deseo. Se bajo los pantalones y trate de golpearlo nuevamente volviendo a ser racional, resulto imposible porque tomo mis manos y las apretó tanto que se me escapo un sollozo por el dolor.

-NO... POR FAVOR- grite cuando sentí su erección presionando mi vientre.

Y se una sola estocada entro en mí. Grite de dolor, y él se paralizo dentro de mí. El dolor se fue consumiendo y apareció un cosquilleo, instintivamente moví mis caderas para dejarle claro que prosiguiera, no entendía las reacciones de mi cuerpo, cuando estaba claro como el agua que estaba siendo violada.

Él volvió a moverse y esta vez lo acompañe en sus movimientos acariciando su espalda trazando círculos que lo hacían gemir de placer, me aferre a sus hombros cuando sentí un cosquilleo, unas embestidas más y mis paredes se tensaron en su miembro y sentí como por dentro explotaba en pedacitos y una sensación exquisita recorría mi cuerpo.

-EDWARD...-gemí llena de placer-
-! OH!-gimió él y descargo dentro de mí.

Cayo encima de mí, exhausto. Y sentí su respiración acompasada lo que significaba que se había quedado dormido.

Los recuerdos inundaron mi mente, y se me escaparon muchos sollozos por lo ocurrido. No podía creer que mi primera vez hubiera ocurrido de esa manera.

Lo empuje con todas las fuerzas que me quedaban y lo senté en la banca, baje mis vestido ya roto y cerré sus pantalones. Me quite las sandalias y pase unos de sus brazos por mi hombro para llevarlo a su auto, trastabille con él hasta llegar al Volvo, lo abrí y lo acomode en el asiento del conductor cerré su puerta dejando sus llaves en el contacto.

Di unos pasos lentos alejándome del auto, y eche a correr hacia la casa. Al llegar a mi habitación, me tire en el suelo ahogándome en mi dolor.

Él no tenía la culpa de lo ocurrido, se encontraba drogado y estaba segura que si hubiera estado en sus cinco sentidos jamás me habría tomado.

Así pase los siguientes seis meses, escondida en la oscuridad dejándome gobernar por el llanto, las pesadillas y los malos recuerdos. Nadie supo lo que me paso y nadie jamás lo sabría.

Trate de recuperarme hiendo a citas con un psicólogo que me recomendó Mike, quien al igual que Jessica estaban preocupados por mi actitud. Y gracias a la ayuda de Jasper Hale, mi psicólogo pude seguir adelante el año y medio hasta ahora que lo volví a ver.

---Fin de Flashbacks---

Una suave caricia me despertó del sueño y de mis terribles recuerdos. Abrí los ojos, los cuales los sentía pesados, mire la habitación y me resulto desconocida, volteé el rostro y lo vi, no había sido un sueño, él estaba junto a mí. Me pare de golpe de la cama.

-NO ME VUELVAS A TOCAR- le grite aterrorizada.
-Tranquila no te are daño, te desmayaste y te traje a mi departamento- me informó.
-¿No sabes quien soy?-inquirí.
-No- respondió- Te vi llorando en el parque, y pensé que necesitabas ayuda. Jamás te había visto.
Trate de respirar. Debía calmarme, él no me recordaba.
-Soy Edward Cullen- se presentó extendiendo su mano.
-Bella Swan- susurre pero no tome su mano. Su solo contacto me perturbaba.
-Veo que te sientes mejor Bella. ¿Quieres algo de comer?- preguntó con una sonrisa.
Mi corazón se acelero. Maldito corazón porque tenía que ser tan traicionero.
-No... Gracias- susurre y mi también traicionero estómago rugió.
-Tu estomago no piensa los mismo- dijo divertido.- Vamos Bella te preparare algo.

Salió de la recámara y lo seguí hasta la cocina, la verdad tenía mucha hambre ya tenía dos días sin comer, lo único que había probado era una manzana que fue para lo que me dio el poco dinero que me quedaba.

-Aquí tienes Bella- coloco un plato de lasaña en el comedor de la cocina.

Me senté y comencé a probarla, estaba muy rica tenía tiempo que no saboreaba una comida tan exquisita, la ultima vez fue cuando cene con Jasper en aquel restaurante Italiano.

-¿Por qué llorabas?-preguntó.
-Nada importante- respondí haciendo una mueca.
-Para llorar como lo hacías debió de ser importante, pero no es obligación que respondas- dijo removiéndose incomodo en la silla frente a mí.
Lo mire y decidí contarle la verdad, ya no importaba nada.
-No tengo trabajo y si no consigo dinero quedare en la calle- le informe tomando otro pedazo de lasaña.
-! OH!- exclamo.
-Estaba llorando porque fui a una entrevista para mesera en un bar, pero al dueño le parecí más una prostituta que una mesera- dije.
-Maldito- susurró.
-Así es la vida-dije.
-Cierto- concordó- ¿Qué sabes hacer?-pregunto con interés.
-Sé cocinar, lavar, planchar y limpiar. Mejor dicho sé todos los deberes del hogar- dije.
-Hummm.....-murmuro.- Este departamento es muy grande, y siendo sincero yo de milagro sé cocinar, lo demás se me da bastante mal, así que necesito a alguien que se ocupe de eso. ¿Te gustaría Bella?-inquirió clavando sus ojos esmeraldas en mí.
-Ehhh...-tartamudee.

Vamos Bella es una buena oportunidad con ese dinero podrás vivir... susurro mi angelito. Yo no lo creo, muérete de hambre nena, recuerda que él te tomo a la fuerza... gritó mi diablillo.

-¿Qué dices Bella?- inquirió- Hasta podrías vivir aquí, tengo libre la habitación de invitados. Y no paso mucho tiempo en casa, la mayoría de mis turnos en el hospital son nocturnos. Creo que nos llevaríamos bien y así te ahorrarías el pagar una habitación.- me propuso.

Sus intenciones eran sinceras, de eso estaba completamente segura. Además no recordaba nada de lo que sucedió hace dos años y eso también era muy importante no quería remover el pasado y hacerlo infeliz. No se lo merecía.

Claro que se lo merece...! Idiota! gritó mi vocecilla diablillo. ! Basta! le grite internamente.

-Acepto- le dije parándome de la silla y colocando mi plato en el lava platos.
-Gracias- gritó y me abrazo. Trate de impedirlo, pero fue imposible. ! Qué locura en sus brazos me sentía segura!
Aspire su delicioso aroma que me mareaba de deseo y revivía mi dolor como si se le echara sal a una herida, parpadeé para impedir que saliera las lágrimas, luego de un rato me soltó y sonrió.
-También vivirás aquí- afirmo.
Asentí.
-¿Cuándo te podrás mudar?- preguntó.
-Lo antes posible- respondí.
Mi celular comenzó a sonar.
-¿Dónde está mi bolso?- le pregunté.
-Voy por él- dijo y salio de la cocina.

Regreso con mi celular y miraba la pantalla con el ceño fruncido. Se notaba la ira en sus ojos verdes, pero no entendía el ¿por qué?

-¿Quién es Jasper?-preguntó sin rodeos.
-Un amigo- respondí y tome el teléfono.

Me aleje un poco y respondí.

-Hola Jazz- dije tratando de que la voz no se me quebrara.
-Bella estaba tan preocupado- dijo exasperado.
-Estoy bien- le asegure.

Gire y mire a Edward quien seguía con el ceño fruncido y miraba atento mis movimientos. No sabía que lo tenía tan enojado. Lógico recordaba un mal momento, no podía ser por la llamada ¿O sí?